I
cha de cenizas y
en el aire una canción he
un mi llón de pa lo mas
Desde
II
Caminamos
sobre la tierra virgen
y
un torrente de colores
anidó suave
para estallar
bajo un batir de alas.
Cómplices nuevos
de una melodía encerrada
libres
y asomados al abismo
en el abismo fecundo
de los ojos
al mirarnos
cara a cara.
III
Nombrarte
es transgredir el silencio
es sembrar de mariposas
el camino hasta tus ojos
y cubrir el abismo
con palabras
quenombrenelmundo.
Es conjurar la ausencia
y los latigazos del tiempo.
Nombrarte
es la magia
de hacer diamantes
con gotas de lluvia.
IV
Dame
la luz
y la alegría
un camino
el sol
la madrugada
toda la lluvia
las nubes
y el rocío
que giraré contento
como el viento libre
en la libre calma
déjame ser arroyo
con cariño de luna nueva
y volveré
despacio
sin despertar
siquiera.
V
Tal vez
sólo sea silencio
este murmullo de mil palomas
y entre caminos y encrucijadas
... volver como vuelven los ríos
... volver como lo hacen las olas
reinas
efímeras
coronadas de espuma
y en el cobijo de cualquier ochava
se protegerá un ángel roto.
VI
La tarde
es un soplo
cenizas
en el viento
las palabras pájaros
anidaron crecieron
volaron
eternidad de lo infinito
en la puntualidad de lo eterno
el grito de las piedras
con la voz vacía
silencio.
VII
me miras
y adivino
un tropel
de mariposas
al galopar
la distancia
entre mi beso
y tus labios
VIII
Llueve
y se me llena el alma
de un beso manso...
La tarde
Es un fruto maduro
Despacio
el agua se vuelve oscura
y la música del cielo
se hace grano
Plenitud.
Una gota de infinito
Me ha rozado.
IX
¡Ay sombra mía
si pudiera atarte con un hilo del alma!
Fiel compañera.
Prueba de mis pies
sobre la tierra
¡Ay sombra mía!
quisiera acariciarte
y saber de tus lágrimas!
Entender
posiblemente
si al mirar la luna
también te bañas
de plata.
¡Ay sombra mía
hasta me parece descubrirte una sonrisa!
¡Resorte de infinito!
¡Alma de mi alma!
Siento sobre mí
una carcajada.
X
Borracha de luz y silencio
en la noche del tiempo
un tormento, tu voz.
Ni distancia
ni soles
ni olvido
sólo un respiro
soledad y tú,
amor.
Pañuelos que envuelven
el otoño y la tarde
palomas que sueñan
una canción.
Tu mirada
pájaro en silencio
tus labios
estrellas de luz
y cada caricia
tejiendo despacio
la armonía
de un fantasma en azul.
XI
Mi alma es un viejo paseo
donde el viento juega
donde la noche vaga
con borrachera de estrellas,
donde hay pasos escondidos
e historias mutiladas
Mi alma es un viejo paseo
solitario, triste,
donde crece paciente
un jardín de palabras.
XII
Conjuro a la lluvia.
Te conjuro al silencio
Que liba sobre mí
una carcajada de dolor.
A bailar como los barcos
A la deriva
A encontrar una playa
Un puerto
Otra playa
Viajas
desde lo remoto del tiempo
y apareces
transformada en perfumes.
Te conjuro al color del mediodía
A viajar con el viento
A volver renovada
A morir conmigo
Y a renacer cada tarde
con el rocío.
XIII
pájaros
pájaros pájaros
muchos más pájaros
un sinfín de alas
un retumbar de plumas
un sueño
de viento
y tus palabras
cenizas
barcos
anclas
un rumor de olas
canción hecha de tiempo
enumeración absurda
como en el
origen
nada
XIV
Descansa
el ánfora
desnuda
con la nostalgia
del agua que besa.
Una pluma cae
hiriendo el aire
con suavidad de cielo
... el silencio
se adueña de mis ojos...
veo un reloj de arena.
XV
Te concebí
copa libando vino
y yo, una raíz eterna
absorbiéndote
lenta
sombría
incrustando diamantes
en la noche.
XVI
Amé como un centauro
las viejas melodías
enterradas
más allá de los árboles.
Amé como un centauro
y detrás de los pensamientos
me relinchaba el alma.
Amé sin miedo
el silencioso itinerario
de las nubes,
el trayecto de bruma
de una mirada perdida
en el tramonto.
Amé los colores y la lluvia,
amé la distancia
y la soledad del sol
en el universo.
Amé la reverberación del aire
en una tarde de otoño
y fui síntesis
de razón e instinto
como ese único beso
con perfume de luna.
XVII
El río largo de la noche,
fecundo de misterio,
me lame los pies.
Ávida de largas fogaratas
la distancia enfría las estrellas.
XVIII
Insomnio.
Sencillez
de fortaleza derruida.
Callan los lirios y las sombras.
La noche es un viejo cuaderno
de hojas amarillas.
XIX
La tarde es
Un silencio prolongado,
colección de horas herrumbradas.
Mis ojos horadan el aire
y ya no es esta luz
la que encontramos
luz diáfana, sencilla, clara,
luz de la tarde
luz de la mañana.
Noche reflejada de antemano.
XX
Infinitud de rieles que se pierden
en un punto sutil del horizonte.
Nada termina
en aquellos pasos perdidos
en la bruma que el tren dejaba a su paso.
Infinitud de otoños y despedidas.
Parado en el andén
Sigo esperando tantos atardeceres.
XXI
Dios te salve María.
Lenta
la letanía del viento
una voz sigue...
y te llena de gracia,
y la mano del Amor te sostiene
y el agua abraza la gracia de tu nombre.
Dios te salve palabra
plena de luz
gritando al infinito
y...
me duermo sentado en tu regazo,
en la dulzura de tus labios
que me nombran.
XXII
Toda la fuerza de los arroyos
Te envuelve en la distancia
Y mojado de luna nueva
El pentagrama del viento
Te trae hasta mis brazos.
Un violín rojo
Me habló de tus labios
Y enamorada la tarde
En un arrebol morado
Se apagó en suspiros.
Finalmente
Un concierto de diamantes
Tachonó de estrellas
Tus pupilas ausentes.
XXIII
Un piano acaricia
el aire.
Las ventanas
son golondrinas
presas en las calles
y en sus rejas se enredan
las rosas de la tarde.
Las torres invertidas
del crepúsculo
lastimaron las calles
de ponientes
oscuros.
XXIV
Atardece
con lentitud de
sombra
como una
pluma
q
u
e
c
a
e
la noche se
adueña
de las cosas
XXV
Atardece
(y en ese
instante )
con preñez de
viento
se hinchan
las velas
de su sangre.
XXVI
Por saber de ti
he gastado mil caminos
he puesto alas
a mis ojos
en el alma
y una luz siempre
alerta
a tu mirada.
Por saber de ti
de tus ojos
de tu boca
de tu piel
de tu alma
he deshelado
las noches
he
entibiado
las mañanas
he
preparado
agua de rosas
esperando
tus pisadas.
XXVII
En el desierto
Azul
de tus ojos
d e s a p a r e c e n
m
li nas
los
o
co
y
n
las
t e s
Galopan
extrañas
las
palabras
l e v e s
a
la
p
lo
de
tar
mas de
de